jueves, febrero 13, 2025
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“No me pidan que odie”

Estos días, mientras conversaba con un amigo de una corriente política, alguien llegó, aparentemente del grupo contrario, y me saludó de mala gana. Antes de irse, lanzó un comentario: “Uy, ahora lo tienen planillado; usted es de fulano de tal”. Con calma, respondí: “Yo no soy de nadie”.

Vivimos en un mundo donde las etiquetas se imponen como cadenas, donde las diferencias se convierten en muros y no en puentes. Mi trabajo, como periodista y como ser humano, es escuchar, entender y, en lo posible, conectar. No puedo, ni quiero, odiar a alguien solo porque tú lo consideras tu adversario. El odio es una carga innecesaria, y quienes lo portan se envenenan primero a sí mismos.

¿Acaso no somos todos caminantes en el mismo sendero? Las ideologías son pasajeras, pero lo que permanece es nuestra humanidad. En el corazón de cada ser, incluso del que consideras tu enemigo, hay un eco de lo divino. Por eso, no me pidan que odie. Pídanme, mejor, que vea más allá.

En la foto, compartiendo almuerzo con una gran mujer que trabaja en la calle “rebuscándose”.