martes, abril 16, 2024
Salud

Opinión: Intoxicación masiva por licor adulterado demuestra falta de medidas

Las noticias señalan a la fecha al menos 37 personas fallecidas, 51 intoxicadas y 7 en estado crítico en Bogotá por consumir licores adulterados que contenían metanol, algo que no ocurría en la ciudad desde la década de 1960 cuando se presentó la llamada “boda fatídica” en la que fallecieron los novios y varios de los invitados.

En Colombia sobresalen dos casos en Barranquilla, el primero en 1989 con 31 personas afectadas y 21 fallecidas; y el segundo durante el día de la madre en 2004 resultando afectadas 88 personas y 19 fallecidas. A nivel mundial los casos más notables ocurrieron en Estados Unidos en 1904 con 235 personas fallecidas y otro tanto ciegas; y en Nicaragua en 2006 donde 788 personas resultaron afectadas, 44 murieron y 15 que quedaron ciegas.

El metanol, responsable de estas intoxicaciones, es conocido como alcohol de madera, carbinol o alcohol de cocina, es utilizado para fabricar productos industriales y domésticos como etilenglicol, formaldehido, solventes, removedores de pinturas, soluciones de limpieza, resinas, adhesivos, anticongelantes y productos fotográficos. Es una sustancia que puede costar tres veces menos que el etanol que es el alcohol utilizado en los licores.

La ingesta de metanol, aun en cantidades muy pequeñas de 15 mililitros pueden llegar a tener consecuencias graves. Produce unos síntomas similares a los de una borrachera lo que hace más difícil su diagnóstico temprano, que, dependiendo de la cantidad consumida, puede llegar a producir ceguera o la muerte en hasta el 50 % de los casos y en un lapso muy corto de entre 2 a 24 horas.

El metanol luego de su ingesta se convierte en ácido fórmico, que ataca primero la retina produciendo ceguera y luego el centro respiratorio del cerebro produciendo la muerte. El tratamiento se basa en utilizar alcohol etílico vía venosa con abundantes líquidos que neutralicen y ayuden a eliminar rápidamente el metanol.

Bogotá había sido líder en el país en el control a la producción y comercialización de licores adulterados, resultado de lo cual desde noviembre de cada año se lanzaba el llamado ‘Plan Navidad’ que se extendía hasta enero, liderado por las secretarias de Salud y Gobierno, en el que junto con la Policía Nacional, se adelantaba un riguroso y amplio plan de información a la comunidad sobre el peligro del licor adulterado complementado con extensos operativos de verificación y decomiso.

Aunque es difícil señalar responsables, lo sucedido, en especial por su inicio temprano en diciembre y por la elevada cantidad de casos sugieren dos falencias. La primera, porque quizás no se adelantó como se había hecho anteriormente el plan preventivo de navidad; y la segunda por la creciente cantidad de casos fatales a lo largo del mes, que sugerirían que no se le dio la importancia que merecía el tema ni las medidas de control tuvieron la contundencia que ameritaba su gravedad.

Estos son hechos evitables y por ello más lamentables que no deberían haber ocurrido, con la esperanza de que el actual haya llegado a su fin.

EL ESPECTADOR